UNA RECOMENDACIÓN DE CEC SERIES
¡¡Una serie como pocas, MARAVILLOSA lectura entre líneas!!
El amor no es puro ni verdadero mientras no esté libre de toda mira utilitaria.
Miss Lister, como ya dijimos en la crítica del piloto de la serie, es una mujer de edad considerable, teniendo en cuenta que la serie se sitúa a mediados del siglo XIX en un pueblo entre Leeds y Manchester llamado Halifax.
Anne Lister rezuma audacia, atrevimiento, valor con toques de descaro, mucho desparpajo, resolución y capacidad decisiva. Emprendedora y segura de sí misma, manifiesta en todo momento un gran respeto hacia su persona a pesar de que los rasgos que la caracterizan son excéntricos y peculiares dada la época.
Un ejemplo de amor propio y de auto aceptación a pesar de los prejuicios, malas lenguas y conveniencias sociales, que supo imponer desde joven SU manera de funcionar a pesar del mundo que la rodeaba. La aceptación de los suyos y, posteriormente, el inevitable amor que se profesa por tan enigmática personalidad, se ha erijido a base de la creencia en una misma y la imposibilidad de seguir el camino correcto y prediseñado socialmente.
La necesidad interna de vivir una vida enteramente plena y real la llevará inevitablemente a los desengaños y a la soledad, un aislamiento voluntario antes que aceptar lo que no puede ser soportado por el profundo autoconocimiento que tiene de su persona. Anne Lister es el ideal de persona al que cada uno debería dirigirse, pues reposa en ella la evidencia de lo que es, sin trampa ni cartón, y esa certeza se canaliza en la seguridad de estar haciendo lo que uno debe hacer en todo momento, pues las decisiones salen del centro mismo del yo. No son de nadie más que de ella y, por lo tanto, no pueden ser erróneas.
La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo, y el acto de mayor valentía es el de respetarse por encima de las creencias, buenas costumbres e intereses de otros.
Miss Walker es todo su contrario. Ann Walker, una mujer de 29 años a la que le falta una "e": enfermiza, pusilánime, acobardada, asustadiza, apocada y reducida a su mínima expresión. Sin embargo, es por todos sabido que cuenta con un gran patrimonio, lo que dará pie a que merodeadores, hienas y buitres carroñeros estén al acecho de la presa.
"Exquisitamente" educada bajo el modelo educacional - social - normal de la época, parece haber nacido para ser débil (que no frágil). Su inseguridad se hace patente en cualquiera de sus expresiones, y por tanto la torna un ser manipulable por aquellos que la rodean y dicen preocuparse por ella. Su vacío existencial es evidente y está incuestionablemente ligado al estatus de mujer burguesa que no necesita del trabajo para vivir: la han educado para seguir unas normas sociales de buena conducta que implican el sometimiento de su voluntad, bajo el engañoso precepto cistiano de amar a su prójimo por encima de su persona, al deseo ajeno.
A pesar de sus 29 años, Ann sigue siendo una niña que necesita ser entretenida, tutelada, aconsejada, orientada y defendida por todos aquellos que "la quieren". Ann no puede ser fuerte por la educación recibida que la ha infravalorado, desdeñado y, ¿por qué no decirlo? Humillado. Ann tampoco puede ser débil pues hay demasiados intereses de por medio, y si no puedes ser fuerte y tampoco ser débil, incurres en tu derrota. Lo que es seguro es que no se puede deshacer un nudo sin saber cómo está hecho y en el caso de Ann su liberación debe pasar primero por el tamiz la proveniencia de su encarcelamiento.
Miss Lister y Miss Walker son las caras opuestas de la misma moneda. Anne y Ann son, en el fondo, una misma.
Anne y Ann somos nosotros y nos muestran una realidad incontestable. Podemos decidir ser Anne luchando por defender nuestra persona y nuestro YO, o ser Ann y dejarnos amedrantar y convencer de que estamos locos y enfermos por tener ocurrencias que salen desde el fondo de nuestra esencia más pura.
La esencia es ese perfume que huele a nosotros, esos trazos que nos definen y que nos hacen ser lo que somos. Es nuestra firma personal e intransferible. La esencia es todo lo que somos que nace desde nuestro centro, y no el producto prefabricado de la educación. La esencia es aquello que no podemos reprimir, lo espontáneo e inaplacable que perdura a través del tiempo.
Ann y Anne son como Gerry y Gerry, de Gus Van Sant. No obstante, a diferencia de ésta última, aquí nadie acaba matando a nadie. Por no hacer spoilers, no queremos desvelar el (des)enlace.
Tan sólo decir que siempre podremos odiar y aniquilar una parte de nosotros (a Ann o a Anne), pero al hacerlo debemos tener en cuenta las consecuencias. También podemos reconciliarnos con nuestra parte inexplotada, amarla y respetarla hasta que la muerte nos separe. Es una decisión que cada cual debe poner en su balanza.
